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LAZARO. EL MUNDO DE LOS MUERTOS.
Nuestra civilización, durante siglos, ha tenido siempre la tenebrosa idea de que podemos volver de entre los muertos, de que hay otro lado en las profundidades de nuestro pensamiento en el que nos desplazamos cuando dejamos nuestro cuerpo. Hay creencias antiguas en las que cuando se enterraban a los muertos, se les ponía objetos, se hacían rituales e incluso algunas culturan creían en maldiciones donde los muertos volvían entre los vivos para vengarse de ellos. Por ejemplo: en la cultura egipcia donde se creía que profanar tumbas de sus ancestros traerían maldiciones repletas de calamidades, para aquellos atrevidos a la profanación.
Lo cierto es que las antiguas sociedades independientemente de sus creencias o sus mitologías siempre han tenido muy presente esa supuesta posibilidad de la vuelta de los muertos al mundo de los vivos.
En la mitología rumana, clavaban una pica en el corazón de los muertos para evitar su vuelta al mundo de los vivos, en Irlanda, ponían un sistema de campanas en los cementerios muy sencillo: ataban por un sistema de poleas unas cuerdas en las manos de los cadáveres enterrados y si estos despertaban o se movían...activaban la alarma. esto era debido a que en aquella época el desconocimiento científico y no saber identificar (lo que hoy conocemos cómo catalepsia) generaba que se enterrara a la gente viva. según cuentan unos textos, "cuando las tumbas eran abiertas por codiciosos contrabandistas de cuerpos, estos encontraron la tapadera de una lápida arañada y las uñas del cadáver se encontraban completamente levantadas y sangrantes a causa del esfuerzo por intentar salir de su tumba". La mezcla de la ignorancia y las creencias en aquella época impulsó la idea de decapitar a los muertos antes de ser enterrados.
Caronte recibía a con dos monedas en los ojos a los muertos
Según los textos de la antigua Grecia, esto lo llamaban el Pago al Barquero. El barquero exigía que los muertos llevaran tres monedas: dos en los ojos y otra debajo de la lengua. Según la tradición griega era el impuesto que el dios Hades cobraba para traspasar, a través del río Aqueronte, a los recientemente muertos hasta el reino de los muertos. Pero este rito es más conocido por el nombre “obolo de Caronte”. Hay un artículo muy interesante de José Manuel Orenga Ortega Investigador historia de España en Centro Matritense de Estudios Sindonicos y César Barta Gil licenciado en Ciencias Físicas y miembro del Centro Español de Sindonología, conocido por sus aportaciones sobre la sábana santa. Esta hipótesis se puede descargar en el siguiente enlace:
https://sabanasanta.org/wp-content/uploads/2018/07/HipotesisMonedas_Linteum.pdf
EN LA ÉPOCA MODERNA.
Imagen del último videoclip de David Bowie (Tema Lazarus).
Para quienes no conozcan la canción, esta canción se llama Lázarus, su autor es David Bowie, el videoclip fue dirigido por Johan Renck, la canción se publicó un 7 de enero del 2016, para darles una descripción del vídeo clip, Bowie aparece con un vendaje a la altura de los ojos y unos botones en los mismos, sale tumbado en una cama con unos movimientos de mostraban la agonía por su enfermedad. Falleció tan sólo tres días después, en un 10 de enero. Podríamos decir que la canción Lazarus, era una muerte anunciada y el fin de un talento musical.
No cabe duda alguna, de que el ser humano desde hace mucho tiempo atrás, no sólo soñaba con la creencia de la vuelta de los muertos, también lo hacía y lo hace con evitar lo que en nuestro siglo sigue siendo una evidencia: la inevitable muerte, la decadencia, la vejez y el deterioro, que hace que parezca imposible la posibilidad de eludir nuestro destino. Sin embargo, solemos flirtear con ello, intentarlo e incluso fantasear con volver a la vida después de la muerte. En 1818 Mary Shelley, escribió la novela de Frankenstein o El moderno Prometeo, o simplemente Frankenstein , es una obra literaria de la escritora inglesa Mary Shelley. Publicado el 1 de enero de 1818 y enmarcado en la tradición de la novela gótica, el texto habla de temas tales como la moral científica, la creación y destrucción de vida y el atrevimiento de la humanidad en su relación con Dios. De ahí, el subtítulo de la obra: el protagonista intenta rivalizar en poder con Dios, como una suerte de Prometeo moderno que arrebata el fuego sagrado de la vida a la divinidad. Aunque Frankenstein está impregnado de elementos de la novela gótica y el movimiento romántico, el escritor y editor de ciencia ficción Brian Aldiss ha argumentado que debería considerarse la primera historia verdadera de ciencia ficción.1234 Sin embargo, Carl Sagan e Isaac Asimov coinciden en que Somnium (1634) de Johannes Kepler es el primer relato de ciencia ficción como tal.
LA DUDA EN LA ÉTICA.
El concepto de Frankenstein se refiere a un infame doctor que resucita a un ser construido a partir de partes diseccionadas de cadáveres. ¿Te sorprendería saber que un biólogo realmente intentó revivir cadáveres y lo logró? Esta es la historia de Robert E. Cornish.
Cornish nació en 1894 y destacó como un prodigio desde su infancia, siendo notable por su inteligencia. Obtuvo su licenciatura en la Universidad de California a los escasos 18 años y su doctorado en Biología a los 22. Poco a poco, se ganó una respetable reputación entre la comunidad científica. Colaboraba con otros científicos de la época en diversos proyectos, demostrando ser eficiente, inteligente y trabajador. Era un verdadero científico.
Sin embargo, en 1931, Cornish se interesó profundamente en un tema en particular. Aunque ese interés rápidamente derivó en una obsesión con la muerte, específicamente con devolver la vida a los difuntos. Sus métodos podrían parecer una broma, ya que implicaban atar al fallecido a un tipo de balancín para que su sangre recorriera su sistema circulatorio y obligar al corazón a bombear nuevamente. Antes de esto, les administraba adrenalina, anticoagulantes, suero salino, sangre y oxígeno a través de un tubo de goma insertado en la tráquea hasta los pulmones, para mantener el flujo constante. No cualquier cadáver servía; debía ser fresco y no presentar traumas o muerte violenta. Los cuerpos de personas ahogadas, víctimas de ataques cardíacos o electrocución eran los más adecuados para este experimento. Aunque no obtuvo resultados con cadáveres humanos, decidió dar un paso atrás y probar con perros medianos y grandes. En 1934, realizó una demostración pública con cinco perros: Lázaro I, II, III, IV y V.
LA VUELTA A LA VIDA.
Imagen de Robert Cornish con uno de los perros de sus experimentos.
Durante esa demostración, que contó con la presencia de destacados científicos de la época y representantes de la Universidad de California, Cornish asfixió a cinco perros y fracasó en la reanimación de los tres primeros. Sin embargo, Lázaro IV y V volvieron a la vida. Aunque con graves daños cerebrales debido a la falta de oxígeno en el cerebro tras estar muertos durante 10 minutos. Además, quedaron ciegos y con severas alteraciones nerviosas, así como graves problemas de motricidad. A pesar de todo, estaban vivos. Ambos perros lograron sobrevivir durante 8 meses. Después de la demostración, la Universidad de California consideró el experimento inmoral y canceló el proyecto. Los medios del país criticaron a Cornish y sus métodos, catalogándolo como un sádico por matar perros y utilizarlos en sus macabros experimentos. Por esa razón, el doctor se retiró de la atención mediática.
En un intento por mejorar su imagen, financió una película llamada Life Returns, en la que un científico resucitaba al perro de un niño que había sido sacrificado en una perrera. Esta película le valió cierta notoriedad al resucitar mascotas y ganarse el cariño de los niños del barrio.
A pesar de ello, Cornish continuó su búsqueda por revivir cadáveres humanos. En su hogar, practicaba con cerdos adultos, dada la similitud de sus órganos con los humanos. En su jardín, perfeccionó su balancín y creó una versión rudimentaria de un aparato cardio-pulmonar, utilizando un aspirador, tubos de radiador, 60,000 ojales metálicos, una rueda metálica y sangre filtrada oxigenada. Finalmente, Cornish necesitó cadáveres humanos tras su éxito con animales. Envió cartas a todas las cárceles del país solicitando permiso para acceder a los cuerpos de reclusos ejecutados recientemente. Todas las solicitudes fueron rechazadas, hasta que conoció a Thomas McMonigle, un condenado a muerte en California por violación y asesinato.
McMonigle se ofreció como voluntario para los experimentos de Cornish, pero el estado rechazó la petición, temiendo que, si el experimento funcionaba, el recluso sería liberado debido a la «doble condena», al haber cumplido técnicamente con su pena de muerte. Finalmente, Cornish abandonó su búsqueda de cadáveres, y su nombre poco a poco cayó en el olvido. Sin embargo, sus experimentos tuvieron un impacto significativo. Gracias a su trabajo, existen hoy técnicas de reanimación cardio-pulmonar y métodos de reanimación asistida y suspendida. De hecho, le debemos mucho a este excéntrico científico.
Menos ficción es la de Robert Ettinger, fallecido relativamente hace poco, concretamente en el año 2011. Robert Chester Wilson Ettinger nació en Atlantic City (Estados Unidos) en 1918. Hijo de inmigrantes judíos rusos, más tarde se hizo ateo y trabajó como profesor de matemáticas y física. La idea de utilizar temperaturas muy bajas para conservar los cuerpos durante un largo periodo de tiempo no es del todo original de Ettinger. De hecho, como él mismo contaba a menudo, fue una historia de ciencia ficción la que estimuló su imaginación en primer lugar.
Y llegados a este punto, quizás sea el momento de preocuparnos por las prácticas y la ética, ya que cuando quienes controlan el mundo son los gigantes tecnológicos, y la mayoría nos vamos haciendo a la idea de hasta donde pueden llegar, sea este el momento preciso para plantearnos cómo humanidad que el proceso de la vuelta de entre los muertos no es posible, pero no cabe duda de que la tiranía del imperio de las tecnologías tienen un plan. Un plan de huida, un plan de acercarse a la inmortalidad, donde sólo los privilegiados sobrevivirán a la catástrofe provocada por el saqueo del planeta.
Espero equivocarme, sólo el tiempo lo dirá.
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Madrid, España
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Comentarios
Fantástico artículo
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